La Cultura del “Quiero Todo Rápido”: De Herbalife a los Cursos Online de éxito
- Leslie Narro Pulgar

- 21 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 sept
Hace más de 10 años estuve a punto de vender Herbalife. Sí, yo. Me sonaba como la oportunidad perfecta: hacerme millonaria en dos meses. La fórmula era sencilla —casi mágica—: necesitaba un amigo, ese amigo otros dos, y esos dos otros dos más. Todos seríamos ricos (y flacos) juntos, ¡era en plan perfecto!
Hoy, en lugar de batidos mágicos, me encuentro con cursos online dictados por “emprendedores exitosos” menores de 30 que ganan 100 mil dólares al mes y dicen tener el secreto. Y pienso: todo evoluciona, pero los viejos trucos siguen siendo los mismos. Solo que ahora lo llamamos “cultura de la gratificación instantánea” (instant gratification culture).
Esa obsesión por resultados inmediatos, por soluciones fáciles a problemas complejos, está en todas partes. Y las redes sociales lo han llevado al extremo. El público más vulnerable son los jóvenes de 18 a 35 años, justo en el momento de tomar decisiones profesionales y personales clave. Y en ese escenario, la presión por alcanzar el “éxito” rápido se siente como un grillete invisible.
Estafas piramidales digitales 2.0
Ya no se trata de reuniones en cafeterías con gráficos de triángulos dibujados en servilletas. Ahora las estafas piramidales vienen en versión digital, con landing pages elegantes, videos motivacionales y frases como: “Yo también empecé sin nada y ahora viajo por el mundo gracias a mi laptop”.
Por ejemplo, uno de los casos que vi fue el de WiFi Money (2024). Un colectivo que ofrecía ingresos pasivos enormes con modelos de dropshipping, criptomonedas y bootcamps de inversión. En redes sociales mostraban autos de lujo, viajes y jets privados para atraer a jóvenes emprendedores. Pero detrás del show, cientos de personas denunciaron haber pagado miles de dólares por cursos y “tiendas online” que nunca funcionaron como se prometía.
Otro de ellos fue la de Tyler Bossetti (Boss Lifestyle LLC). Este influencer de Columbus montó un esquema Ponzi disfrazado de inversiones inmobiliarias. Prometía retornos de más del 30%, mientras mostraba en Instagram un estilo de vida de opulencia. La realidad: activos inexistentes, pérdidas millonarias para los inversionistas y un fraude que se sostuvo solo gracias al glamour digital.
Como dije, el disfraz cambió, pero el truco sigue siendo el mismo: apelar a la ilusión de que puedes lograr en 03 meses lo que normalmente toma años de trabajo constante.
La presión del “todo rápido”
Un estudio del Pew Research Center (2024) encontró que el 70% de jóvenes sienten presión por los mensajes que venden soluciones inmediatas. Y no es solo un tema de dinero: esta mentalidad alimenta la impaciencia, reduce la tolerancia a la frustración y mina nuestra capacidad de aprendizaje sostenido.
¿La culpa es solo de los gurús digitales? No. Los creadores de contenido, influencers y hasta profesionales del marketing también contribuyen cuando priorizan clics y visualizaciones por encima de mensajes responsables. Porque lo fácil vende. Lo inmediato engancha. Y lo complejo… bueno, eso requiere paciencia, algo que pocos quieren ofrecer.
Pero ojo: tener influencia también es tener responsabilidad. Difundir mensajes más realistas, que valoren la perseverancia, no solo ayuda a la audiencia, también combate esa cultura tóxica del “éxito express” que tanto desgaste genera a nivel social y psicológico.
Al final, nada que sea fácil y rápido suele ser verdadero ni duradero. Y aunque nos cueste admitirlo, el éxito genuino rara vez llega en forma de curso milagroso de 299.90 dólares.
Como consumidores, necesitamos aprender a detectar las promesas demasiado buenas para ser ciertas. Como sociedad, toca seguir dándole valor al esfuerzo, la constancia y la ética por encima de los atajos que, tarde o temprano, se convierten en trampas.
No hay secretos mágicos. No hay fórmulas exprés.
El éxito sostenible no se alcanza con atajos ni promesas infladas. Se construye con constancia, aprendizaje y ética. Lo rápido entretiene, pero lo verdadero perdura.




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